viernes, 11 de febrero de 2011

Bien, ahí me tenéis en uno de esos días en los que nadie te coge el teléfono y las paredes se te echan encima. Yo sé que siempre hay salida pero saber que todo irá mejor no quita que me sienta hecha una porquería. Pasan los años, los proyectos, los sueños. ¿Recuerdas como querías ser cuando eras pequeño?, crecer es darse cuenta de que la vida no es como quisieras que fuera. Todo es mucho más complejo; responsabilidades, luchas, deberes, sonreír cuando no te apetece, mentir para no hacer daño a la gente que quieres, fingir cuando perfectamente sabes que te mienten. ¿Merece la pena hacer lo que se supone que debes más veces de lo que realmente quieres?. ¿Por qué terminé haciendo lo que todos hacen si se supone que siempre me sentí diferente?. He sido una cobarde disfrazada de valiente, siempre pendiente del qué dirá la gente, hasta he escondido mis miedos para parecer fuerte. Pero ya no más, es hora de ser consecuente porque, porque creo que lo he visto, amigo y quizás la clave para ser realmente libre sea reír cuando puedas y llorar cuando lo necesites, ser honesto con uno mismo, centrarse en lo importante y olvidarse del ruido. No obcecarse con los objetivos, tratar de relajarse y vivir algo más tranquilo. Hoy me hago una promesa y es hacer lo que sea para encontrar soluciones no problemas. Sé que no soy perfecta, bien, no me castigaré más por no serlo. Voy a aprender a decir que no, a aceptarme como soy, a medir el valor, porque a veces fui valiente por miedo. Hoy busco, dormir agusto, no suena muy ambicioso pero creerme que es mucho. ¿Qué no hay mal que por bien no venga? eso es mentira. Me centraré en lo importante, en mi familia, mis amigos mi pasión por la vida. Aceptaré que tengo derecho a estar de bajón de vez en cuando, porque estar de bajón es humano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario