Últimamente me duermo con las palabras que no te he dicho gritando en mi garganta. ¿Tu culpa? ¿La mía? Quizá la de los dos. La tuya por hacer que mi vida parezca una montaña rusa. Y la mía por no saber pararte los pies. No sé, y sigo sin saber. Me miras con una de tus sonrisas indiferentes y vuelvo a caer.
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